sábado, diciembre 09, 2006

Mi primer tatuaje

Algunos atardeceres deberían estar prohibidos, me dijo el profesor Danso mientras untaba un grueso bloque de mantequilla sobre un entrecot ensangrentado . Los atardeceres en Europa, especialmente, se parecen a un aura epiléptico. Saben a déjà vu y huelen mal. El autoproclamado gran ilustre vidente africano dio entonces un bocado magnífico y feroz al solomillo y casi pude sentir como el trozo de carne se revolvía de dolor en su boca descendiente de caníbales.
¿Consideras que España tiene atardeceres europeos, Danso? No, los atardeceres en España tienen algo ladino. Los atardeceres en vuestro país parecen desplegarse ante ti como si todo formara parte de un espectáculo privado. Parecen ofrecerte algo muy valioso, como una hembra excepcional que sabes que no te mereces pero que se entrega a ti. Y el caso es que uno se rinde a menudo y acaba pagando. Pagando más de lo que puede permitirse.El ilustre vidente africano capaz de curar gonorreas, prostatitis y purgaciones con solamente un par de oraciones miró de reojo a la nervadura que recorría la carne mutilada que aún le quedaba en el plato. ¡Ay, Molinaire! Los atardeceres de España no te ofrecen nada que no te ofrezca un atardecer francés.
¿Ves éste nervio? Imagínatelo, es el tracto intestinal de Eurasia. Si yo lo agarro por aquí, digamos que ésto es Lisboa y el otro lado es..., el otro lado es una ciudad de esas de mierda que hay por Oriente. ¡Díme el nombre de alguna, amigo! ¿No lo sabes? Bueno, tú ya me entiendes. Pues si yo estiro el nervio así, ¡mirame bien cómo lo estiro!, ¿lo ves bien? Salen gotas de sangre. Es la sangre de todos los pueblos que te engendraron, Molinaire. Pues mira, yo lo estiro un poco más. ¡Callaros de una vez, maldita sea! Danso se dirigía a su mujer, que estaba en el cuarto de al lado del despacho donde nos encontrábamos, una especie de retrete que utilizaban para practicar ablaciones. ¡Estoy hablando con mi socio! Si me ponéis nervioso se acabaron las ablaciones por hoy. Ya no hay fiesta. Fuera de ahí, ¡fuera de aquí!, ¡menudo par de locas! Mi socio y yo tenemos que entrar, tengo que hacerle un tatuaje que le proteja de las balas...

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