martes, junio 29, 2004

The word made fat

Quisiera que las palabras que escribo circularan como los lípidos por mi sangre. Palabras espesas, caprichosas, escupidas a empellones con cada latido de mi corazón. Palabras que atorasen cualquier canal por el que fueran emitidas. Palabras que se almacenaran hasta que realmente se hicieran necesarias y, entonces, se metabolizaran en todos los organismos a ellas expuestos. Serían palabras gruesas, palabras que los niños retirarían al borde de los platos con la punta del cuchillo.
Cuánto me gustaría tener el poder de, con mis palabras, separar al niño del hombre.

Tendré que conformarme con desnudarme, no obstante. Mis actos dejan siempre una huella, en todo cuanto toco. Es mi manera de marcar territorio, es la manera en la que aprendí a hacer el amor, a tragarme el humo, a sentir miedo por todo y por todos. Y así voy dejando evidencias. Unos rastros con patrones comunes en los que puedo reconocerme, sin acabar nunca de creerme lo que estoy viendo. Y mis palabras no le serán útiles a nadie, y su pulso será entrecortado y débil. Pero los niños podrán retirarme al borde de los platos, y la carne herida por el filo de sus cuchillos será mi carne. Mi carne frente a la tuya. Me siento incapaz de llegar mucho más lejos, esa es la verdad.

jueves, junio 24, 2004

Déficit de hombría asociado al avant-garde

Existen elementos en las vanguardias artísticas que las hacen puramente masculinas. Esos mismos elementos suelen repeler de manera visceral a lo femenino. A muchas mujeres les molesta el ruidismo, el empleo de palabrotas y las imágenes de sexualidad y violencia descarnada, el feismo, el absurdo y el desconcierto gratuito. Como para numerosas autoridades, yo incluido, en eso consisten grosso-modo el grueso de las vanguardias, la cuestión queda zanjada al menos momentáneamente.

Algunos podrán argumentar que existen numerosas artistas femeninas de vanguardia. Es innegable, pero en sus obras siempre aparece algo relacionado con su menstruación, sus relaciones de pareja, su sobrepeso, etc. Suelen moverse en ámbitos parejos a la expresión corporal, el empleo de post-it o fotos de conocidos, amigas, un gatito y alguna parte de su cuerpo (generalmente las axilas sin depilar y el vello púbico). En definitiva, la producción femenina en la vanguardia está supeditada a su propia experiencia y a la necesidad de comunicar, la comunicación como forma de expresar su propia individualidad.

Como para un número considerable de eminencias la comunicación es algo que nos resulta en extremo sensiblero y sobrevalorado, definiremos obra de vanguardia como todo aquel producto de expresión cuya única motivación es la búsqueda del aislacionismo como bandera de la individualidad. Sería un acto de no-comunicación por excelencia, el ruido supremo. Siguiendo esta definición las artistas de vanguardia serían un absurdo y cuando gritan son insoportables. El arte de vanguardia está hecho para mayor gloria de la masculinidad.

Ahora bien, después de todo lo expuesto, podría confundirse masculinidad con virilidad, pero no es así. Digamos que las vanguardias, al igual que los cómics de superhéroes son, especialmente cuando se las abraza con vehemencia, un sucedáneo de la auténtica virilidad. Podríamos tratar de definir el concepto de virilidad auténtica pero no lo haremos. No siempre hay que estar demostrando todo lo que uno es capaz de hacer, pues se corre el riesgo de resultar pedante. Quedémonos en que si tu infancia ha sido feliz y tu adolescencia soportable (es decir, has sido una persona que ha crecido en el seno de una familia acomodada, si has sido hábil en los deportes, soportablemente agraciado, moderadamente aplicado e increíblemente popular con las chicas) no necesitarás nunca recurrir a las vanguardias artísticas.

Parece claro entonces que las vanguardias están hechas para los perdedores. Y cuanto más marciales, violentas y extremas sean, mayor será la carencia psicológica y/o física que tratarán de cubrir.

Podría entonces tratar de hallarse un coeficiente de virilidad que sería el inverso de la cantidad de horas semanales dedicadas a una vida social corriente (hu) menos las horas dedicadas al consumo o creación de actividades o productos vanguardistas (hf) multiplicado por 10.


CV = 1/[k·(hu - hf)]· 10

donde K es una constante que depende del grado de violencia conceptual que conlleva la disciplina y la corriente artística en cuestión. Cuando CV tiene signo negativo diremos que el sujeto presenta déficit de hombría o déficit de virilidad asociado a las vanguardias.

Cuando hu y hf coinciden y k es igual a 1 (únicamente se da en el caso de ser seguidor de aquella corriente que considera que hacer gorgoritos a lo Whitney Houston o gritar como Janis Joplin convierten a una mujer en una gran cantante) el CV toma el valor arbitrario de Ю que es la manera matemática de expresar “no te lo crees ni tú”, si bien Klinemann & cols. defienden el empleo del valor , que no es más que la transcripción arábiga de un término sánscrito que significa algo así como “no encajas en mi teoría, largo”.

El CV presenta, sobra decirlo, numerosas deficiencias tanto a nivel matemático como conceptual, por ello será mejor que a la hora de medir con fiabilidad el grado de déficit de hombría asociado a las vanguardias consultemos las tablas del factor T de Garrido y Treismann. El factor T se obtiene tras una serie de cálculos muy complicados para su desarrollo en este post. Simplemente como apunte anecdótico destacar que tiene en cuenta el número de veces que el sujeto ha relatado a sus amigos una situación vergonzosa de su vida de forma trastocada para quedar como una persona asertiva y segura de si misma que supo actuar con la cabeza fría y suficiente valor. También tiene en cuenta la cantidad de mantras con mensajes positivos y/o negativos que utilice el sujeto para soportar su día a día, las veces que ha relatado un episodio anodino de su vida como su hubiera sido algo sórdido y el número de veces que el sujeto ha hablado con otras mujeres sobre su ex.

El mismo equipo de investigadores está trabajando en una reformulación del coeficiente de correlación del déficit de virilidad asociado a las vanguardias adaptado al heavy metal. Se rumorea que incluso quieren relacionarlo con los juegos de rol. No se ustedes, pero yo preferiría olvidarme de todo este asunto.

domingo, junio 20, 2004

Auf Wiedersehen to the beat (Oh no, where did the groove go?)

Entro en un cuarto blanco. Al fondo, sentado sobre una banqueta estoy yo mismo. Siempre que me enajeno y me observo desde fuera me asombro de lo entrado en carnes que estoy, lo asimétrica que es mi cara, lo pálido de mi piel y lo rojizo de mis mejillas. Hoy siento lo mismo, pero un poquito menos. Y es que estoy detrás de y frente a una cámara de video, tratando de grabarme sentado y no puedo salir de manera natural. Es algo que simplemente me supera, así que estoy posando con mi mejor cara de perdonavidas. No me sale tan bien como cuando estoy en el fotomatón pero me digo que qué diablos, ya soy mayorcito para andarme con tantos remilgos. Las cosas hay que hacerlas a lo crudo, me respondo, vamos allá, y empiezo a grabar.

Hola.
¿Hola?
(Inseguro, titubeo) Eh... sí, hola. Estamos en la casa de la carne y estoy sudando como un cerdo con los focos. Seguro que me están saliendo brillos en la calva.
No me importan los brillos de la calva, estoy en la casa de la carne, soy una máquina de sudar y de secretar hormonas. Se trata de que me crezcan pelos en los lugares que no deberían crecer, de tener puntos negros en la nariz, de tener lorzas. ¡Soy un hombre!
Joder. Creo que no he encendido la cámara, o que he hecho algo mal.
Esto es una mierda de blog. La banqueta me está dando mucho calor, tengo el culo empapado en sudor, noto las arrugas del calzoncillo.
Espero, espero, que creo que ya se graba.

Entro de nuevo en la habitación, me echo un vistazo nervioso y decido medir un poco la luminosidad. Tropiezo con una mesilla metálica llena de carretes e instrumental fotográfico para el revelado. Todo se cae y se desperdiga por el suelo en medio de un estruendo insoportable.
Tengo que empezar el blog. ¿No?
Sí, sí. Hola, esto es la casa de la carne y estoy lleno de odio, y todo eso. ¡Uuuuh!
¿Cómo se empieza un blog?

Me levanto de la banqueta y decido dejarlo todo para otro momento. Salgo de la habitación tratando de recolocarme los canzoncillos que se han arrugado y se me han metido por la raja del culo. Pisoteando en la Casa de la Carne. Mis cojones.