viernes, diciembre 22, 2006

Cinco cosas que no sabes sobre mí

Ismael nos invita en su blog a participar en el meme "Cinco cosas que no sabes sobre mí". http://lamediahostia.blogspot.com/2006/12/meme-cinco-cosas-que-no-sabes-sobre-m.html Allá vamos...

1. Mis lemas preferidos son "Muera la inteligencia" y "Viva la Muerte".

2. Creo que todas las razas humanas son la raza superior. Dicho esto, estoy convencido de que las personas somos igual de ineptas formando parte de eso que llamamos "masas" que tomados en cuenta de forma individual. No es algo que me indigne demasiado, es más, se me antoja admirable.

3. Soy muy escéptico respecto a la utilidad del lenguaje como forma sincera de comunicación. Creo que la única comunicación viable es la no verbal. Los actos de comunicación más cercanos a la comunión se dan en la conducta sexual y en la violenta.

4. Quizás por lo anterior, desde hace casi dos décadas utilizo la música para ahogar cualquier vestigio de razonamiento, reflexión o simple fluir verbal de mi consciencia. Gracias a ello, la mayor parte del tiempo mi pensamiento se reduce a una serie de ruiditos y melodías absurdas que, si se tradujeran a términos olfativos, harían de mí un hombre con cerebro de perro. No me ha dado todavía por ponerme a olerles el culo a mis amigos, pero todo se andará...

5. Cada vez estoy más convencido de que carezco de identidad. O al menos le doy la misma importancia que a los calambres que siento en el estómago cuando tengo hambre. Como soy así de chulo, pongo otras tres.

6. Estoy en contra de la biodiversidad. Solamente salvaría de la extinción a los animales comestibles según los dictados de la dieta mediterránea.

7. Puedo beber mi propio peso en orujo. (Lo que ya no sé es si sería capaz de sobrevivir a la experiencia)

8. En alguna que otra ocasión me como los mocos cuando forman costra. Y, además, me gusta mucho como saben.

¿Alguna cosilla más? Contestaré lo que sea.

domingo, diciembre 10, 2006

Augusto Pinochet

A la hora de la siesta, tumbado en el sofá con los ojos cerrados, pude escuchar con claridad un crujir de crustáceo pisoteado, un desgarro blando de carne muerta, el batir de un huevo con el feto minúsculo de un pollo azulado, el aullido de una hiena perdida entre las rosaledas de mi urbanización, dos disparos en el costado de un vecino narcotraficante, dos piezas para piano de Satie tocadas al unísono por dos cornetas mudas, el clin-clang de unas llaves al caer, un ras-ras en el piso de abajo, un chup-chup en el piso de al lado, el tran-trán de un correveidile al que han dado una buena patada en los cojones en el piso de arriba. Aplausos.
Una urraca se estrelló contra uno de los cristales de mi balcón. Su aleteo estupefacto y dolorido consiguió despertarme justo a tiempo para celebrar su muerte. Mejor él que yo.

sábado, diciembre 09, 2006

Mi primer tatuaje

Algunos atardeceres deberían estar prohibidos, me dijo el profesor Danso mientras untaba un grueso bloque de mantequilla sobre un entrecot ensangrentado . Los atardeceres en Europa, especialmente, se parecen a un aura epiléptico. Saben a déjà vu y huelen mal. El autoproclamado gran ilustre vidente africano dio entonces un bocado magnífico y feroz al solomillo y casi pude sentir como el trozo de carne se revolvía de dolor en su boca descendiente de caníbales.
¿Consideras que España tiene atardeceres europeos, Danso? No, los atardeceres en España tienen algo ladino. Los atardeceres en vuestro país parecen desplegarse ante ti como si todo formara parte de un espectáculo privado. Parecen ofrecerte algo muy valioso, como una hembra excepcional que sabes que no te mereces pero que se entrega a ti. Y el caso es que uno se rinde a menudo y acaba pagando. Pagando más de lo que puede permitirse.El ilustre vidente africano capaz de curar gonorreas, prostatitis y purgaciones con solamente un par de oraciones miró de reojo a la nervadura que recorría la carne mutilada que aún le quedaba en el plato. ¡Ay, Molinaire! Los atardeceres de España no te ofrecen nada que no te ofrezca un atardecer francés.
¿Ves éste nervio? Imagínatelo, es el tracto intestinal de Eurasia. Si yo lo agarro por aquí, digamos que ésto es Lisboa y el otro lado es..., el otro lado es una ciudad de esas de mierda que hay por Oriente. ¡Díme el nombre de alguna, amigo! ¿No lo sabes? Bueno, tú ya me entiendes. Pues si yo estiro el nervio así, ¡mirame bien cómo lo estiro!, ¿lo ves bien? Salen gotas de sangre. Es la sangre de todos los pueblos que te engendraron, Molinaire. Pues mira, yo lo estiro un poco más. ¡Callaros de una vez, maldita sea! Danso se dirigía a su mujer, que estaba en el cuarto de al lado del despacho donde nos encontrábamos, una especie de retrete que utilizaban para practicar ablaciones. ¡Estoy hablando con mi socio! Si me ponéis nervioso se acabaron las ablaciones por hoy. Ya no hay fiesta. Fuera de ahí, ¡fuera de aquí!, ¡menudo par de locas! Mi socio y yo tenemos que entrar, tengo que hacerle un tatuaje que le proteja de las balas...

miércoles, octubre 11, 2006

Breve entrevista

Pregunta: ¿Te molesta que las chicas con las que mantienes relaciones sexuales hayan tenido mejores compañeros de cama?
Jean Tully: Yo me picaba muchísimo cuando me lo decían, por lo que trataba de aplicarme cada vez más. Era una especie de cuento de nunca acabar, tras cada casquete mediocre yo preguntaba y ellas me respondían la frase temida. Me ponía como un energúmeno y trataba de repetir la faena con más aplicación.
Al final me convertí en una auténtica locomotora sexual sin yo saberlo y el rumor se corrió (ejem) entre las chavalas (y chavales) del barrio. Todos sabían lo que tenían que hacer conmigo para que les follaran como nunca les habían follado: decirme que su anterior amante había sido mejor. Me encolerizaba de tal manera que conseguía una nueva erección instantáneamente, una erección casi imperecedera, una barra de hierro, un toro de Mihura. La trompa de un puto elefante.
Cielo santo, durante un par de meses debí follarme a medio vecindario. Perdí quince kilos y comencé a sentirme cada vez más débil. No sabía qué hacer para continuar mi ritmo, no entendía nada. Si tan malo era follando, por qué todo dios quería hacérselo conmigo. Caí en una especie de depresión y me dediqué a gastarme el dinero de una beca en drogas. Al final me follaba hasta a la novia de mi camello, que también según ella follaba mejor que yo. No podía más.
Un día un guardia municipal me despertó. Me había quedado dormido con los pantalones bajados y la polla al aire en un parque. Había gente alrededor y yo no me acordaba de nada. Cuando llegué a casa me dí una ducha, lloré desconsoladamente y me juré a mi mismo no volver a follar con nadie más.
Años más tarde una amiga me contó el secreto a voces. Desde entonces he vuelto a practicar sexo, pero solamente con mi mujer. Y además lo hago con mucha desgana.

Pregunta: ¿Te has quemado alguna vez el pene mientras fumas cagando?

Jean Tully: Sí que me la he quemado, sí. Más de una vez. Fue una de las razones por las que dejé de fumar (mi tabaquismo era tan grande que antes me planteé el dejar de cagar, pero a la semana me cagué encima en el autobús, yendo al trabajo).

jueves, octubre 05, 2006

Historia secreta de Móstoles II

Ismael a menudo se pregunta qué demonios tuvo de útil expulsar a un rey francés para traer a "un tarugo Borbón". Ello me ofrece la oportunidad de puntualizar sobre los verdaderos motivos de la Declaración de Independencia de 1808.
El célebre 2 de Mayo de ese año Andrés torrejón y Simón Hernández, en una arriesgada maniobra de cooperación entre clases que se anticipó un siglo al fascismo, decidieron declarar la guerra a Francia. Esto se debió a dos motivos, uno político de raíz separatista y revolucionario y otro estético.
Por un lado, se trataba de alejar de España todo cuanto de ilustrado y avanzado traía el soberano del país vecino, en un claro intento por desestabilizar a la nación que tantos años llevaba sojuzgando la soberanía mostoleña -la declaración de Villa por parte de Felipe II siempre se tomó aquí como una auténtica provocación imperialista-. Es decir, era un intento de sumir a España en un conflicto bélico para, aprovechando la confusión y colapso del sistema, alzarse en revolución y declarar un Móstoles independiente de España, siguiendo un sistema de autogestión socialista que 63 años más tarde calcaría la Comuna de París. De ahí lo de "Guerra de la Independencia".
No se trataba, por tanto, de independizarse de Francia, aquí los franceses solamente venían a tirarle migas de pan a los patos del estanque de El Soto y a beber vino de pitarra (las técnicas vinícolas locales eran exactamente las mismas que cuando Móstoles formaba parte del Reino de Taifa de Badajoz).
Existió otro motivo, en el que los factores socio-políticos se mezclan con elementos casi sobrenaturales de delirio estético. Simón Hernández sentía auténtica debilidad por el color rojo. Tanto es así que decidió hacerse una boina que, a diferencia del negro color local, fuera del color de la sangre. Al principio eso solamente le acarreó convertirse en objeto de toda clase de burlas y chanzas, pero, al poco tiempo, se convirtió en una auténtica moda.
Simón Hernández era un hombre de natural soñador y una enorme sensibilidad que le otorgaban cierta fragilidad psíquica. A menudo esta debilidad le hacía caer en un estado de trance. Se cuenta que la primera noche que se reunió de forma clandestina con Andrés Torrejón en el mesón Gregorio, Simón tuvo una visión. En ella, el tarugo Borbón era una criatura endogámica y estólida incapaz de engendrar varones. De esta incapacidad surgirían nuevos conflictos de sucesión que volverían a sumir a la opresora España en la oscuridad. Poco antes de despertar del trance, si hacemos caso a lo que Andrés Torrejón dejó por escrito en una de sus cartas, Simón no dejó de exclamar "boinas rojas contra el Borbón, boinas rojas contra el Borbón".
Sí, amigo Ismael, el infame alcalde de los nobles Andrés Torrejón junto con el revolucionario Simón Hernández fueron los delineantes de eso que ahora llamamos Carlismo.

domingo, agosto 13, 2006

Historia secreta de Móstoles

La guerrilla post-maoista mostoleña "Nuevos Jemeres del 12 de Mayo" ya están causando estragos por mi barrio. La tarde pasada, un par de sus jóvenes guardias quisieron convencerme para que ocultara un pequeño arsenal de armamento biológico en mi casa. "Vamos, hombre, en tu cuarto de invitados quedaría de lo más situacionista, ¡y ocupa tan poco espacio!". Yo me negué, porque tengo la conciencia de clase bastante atrofiada y además soy alérgico a casi todas las bacterías y gases que me ofrecían. "Pedidme cualquier otra cosa, muchachos, pero no me coléis a mi el marrón, que luego los comandos paramilitares Andrés Torrejón son capaces de hacerme cualquier barbaridad". Tras una tibia batalla dialéctica y un pequeño donativo tuvieron a bien dejarme con mi vida sencilla de lumpenproletariat no asimilable.
Ya estoy muy mayor para la lucha de clases. Me doy por satisfecho con las revoluciones gastrointestinales de las que he sido fiel testigo, víctima y partícipe al caer la noche, por Atocha, en el restaurante "La Cierva"...

jueves, junio 22, 2006

Insomnio

Hoy llevo casi una semana de vacaciones y todavía no logro dormir más de cuatro horas seguidas. Al principio llegué a preocuparme, pero ahora suelo ocupar el tiempo que permanezco despierto leyendo o haciendo ejercicio. A veces termino dándome una buena ducha y vuelvo a meterme en la cama. Al no obsesionarme con la idea de tener que dormir, simplemente trato de descansar y disfrutar del reposo. Sé que tarde o temprano dormiré, por poco que sea. Sin embargo, el sueño no suele ser la meta perseguida. Lo que trato casi siempre de conseguir es un estado de duermevela alucinado, casi extático, fruto únicamente del agotamiento físico y la sobre-estimulación. Cuando llegan esos momentos, que considero realmente valiosos, pongo en práctica técnicas de meditación que me voy inventando sobre la marcha y trato de acallar la voz de mi consciencia con el ritmo de mi corazón o el de la respiración de mi mujer.
Pero la vocecita siempre continúa ahí, por mucho que trate de ignorarla. Al principio es un blah-blah-blah nítido y perfectamente inteligible. Con algo de esfuerzo el discurso se hace más borroso, casi líquido. El líquido se evapora con un poco de paciencia, pero siempre queda una condensación roñosa enquistada en capas cada vez más profundas de mi mente, acechando como un tumor. Puedo conseguir que enmudezca, pero su presencia vigilante no se evapora jamás. Llegado a ese punto comienzo a construirme situaciones en las que el discurrir de mi pensamiento cobra carne, piel, grasa, sangre, hiel, huesos y cartílagos.
Doy entonces comienzo a mis técnicas onironáuticas más violentas. Ahí estamos, yo y la conciencia de mi mismidad, midiéndonos el uno al otro. Estoy lleno de rencor, tiemblo de rabia. Decido actuar y entonces le ahogo con la almohada, y le escupo, y le rompo los dientes a patadas. Le desgarro la yugular a bocados, le arranco las pelotas con las manos. Siento como crujen sus articulaciones rotas, puedo oler su sangre, escuchar el silbido gorgoteante de sus pulmones perforados por las costillas reventadas. Siento que estoy acabando con ella, pero esa sensación siempre termina por significar algo para mí, y esa construcción no deja de ser un proceso generado por mi propio adversario.
Mi enemigo es una puta fábrica de otorgar significados, un etiquetador visceral ineludible, agotador, desesperante. Puedo ver como, de cada una de sus heridas, surgen hilillos finos y compactos de un semen como la seda que se entretejen sobre nuestros cuerpos malheridos. La fábrica de significados está formando con mis testículos una sábana que termina por cubrirnos, engullirnos y licuarnos en uno mismo. Cuando ese líquido entra en ebullición, de sus vapores siempre puede vislumbrarse algo nuevo, un concepto, una situación, una palabra aislada, un recuerdo. Pero siempre es algo con significado. Y mi adversario, que soy yo mismo, me hace saber siempre así de su victoria. Es un duelo de espejos infinito y ridículo que solamente encontrará final definitivo con lo que los periódicos sensacionalistas mexicanos llaman la Huesuda.
Mis técnicas de meditación de madrugada siempre desembocan en la muerte. Parecen evocar de manera algo tramposa y decididamente errónea tantas y tantas noches de la infancia en las que, tendido en la cama, mirando al techo, trataba de sofocar un miedo a la muerte atroz comparándola con un dormir sin soñar. Dormir sin soñar. Dormir sin soñar, morir es dormir sin soñar. Una y otra vez, en un mantra acogedor cuando las palabras dejaban de tener el sentido original para fundirse en un nuevo océano de significados, el de los sueños.
Dormir sin soñar es algo inconcebible en la infancia. Dormir sin soñar es algo imposible pero se siente como más probable llegada la vejez. La escasez de ensoñaciones entonces se tornaría, como la demencia, en una incruenta anticipación de la muerte. Como cuando dejas que un niño toque la comida antes de tragársela para que el tacto viscoso o rugoso de ésta no le resulte repulsivo.
En la niñez es imposible no dormir y es imposible no soñar. En la vejez sueñas y duermes mucho menos. Yo, en el largo trayecto que me separa de uno y otro extremo, sueño que no duermo y estoy que trino.

lunes, enero 23, 2006

Mis clones y yo

Últimamente he tenido a mis clones un poco abandonados. A pesar de ser ocho mamelucos de mucho cuidado parece que necesitan compañía y atención constante como si fueran niños pequeños. Cuando se les deja solos siempre terminan armándola.
El viernes pasado, por ejemplo, el alcalde y su equipo (unos señores del Partido Popular que por lo que estiran el cuello, cierran las narices y arrugan los morros parecen muy dignos y de muy alta cuna) celebraron el fin de las faraónicas reformas de mi barrio invitando a todos los vecinos a sangría. Afortunadamente (o eso creía) yo no podía asistir porque tenía que trabajar, sin embargo, al regresar a casa no pude evitar toparme con una turbamulta de vecinos, policías y concejales de toda calaña. Yo tengo bastante fobia a las multitudes pero trato de enfrentarme a ellas como si estuviera ciego de speed en medio de un concierto de Napalm Death, por lo que me abrí paso con rudeza, si bien conservando la templanza y la dignidad.
Cuál no sería mi sorpresa cuando, a menos de tres metros del portal, consigo ver a mis ocho pseudoclones completamente borrachos, semi desnudos (uno de ellos lo estaba del todo), cantando himnos carlistas y de falange, meando en los telefonillos y confraternizando con el alcalde, su señora y mis vecinos de arriba. Mi clon desnudo discutía con la secretaria de asuntos sociales cuál era la mejor manera de aclarar un poco la piel del escroto, bastante oscurecida ya. Otro clon (que tenía un ojo morado) estaba pellizcando el culo a los niños más creciditos mientras animaba a la vecindad en pleno a hacer un concurso de eructos.
Podéis haceros cargo del bochornazo que sentí. Prometí acabar con los ocho de la manera más terrible en cuanto subieran a casa. Sin embargo, una vez los tuve a todos delante y pude escuchar sus llantos, sus súplicas y sus sinceras disculpas; una vez les miré con los ojos del corazón pude sentir su soledad, su dependencia, su desasosiego; una vez comprendí sus carencias no pude hacer nada, salvo tratar de solucionarlas.
Y he aquí que, tras convencerla una vez llegó a casa y haberse enterado del desaguisado, logré clonar a la mujer de mi vida, mi Alicia, para que todos y cada uno de ellos pudieran disfrutar de su compañía sin que yo me celara demasiado. Mi dulce Alicia, cada día más bella, siempre dispuesta a sacrificarse por mí.
Estoy seguro de que mis clones serán ahora más felices, responsables y serenos. ¡Lástima que el proceso de clonación se viera levemente turbado por una serie de minucias técnicas y los cuerpos de cada pareja se hayan fusionado en ocho criaturas bicéfalas y hermafroditas cuyos órganos sexuales no terminan de acoplarse de la manera más óptima! (Eso sí, se ha producido un ligero aclarado de la región escrotal que sin duda hará las delicias de la señora secretaria de asuntos sociales y su marido, ese señor tan hortera que sólo sabe hablar de podencos, de putas y de la ruptura de la unidad de nuestra nación.)